Josep K ha visitado Portbou

Josep K ha visitado Portbou

jueves, 23 de diciembre de 2010



El 14 de junio de 1940, tras la ocupación de la ciudad por las tropas nazis, Walter Benjamín huyó de París. Walter Benjamin murió el 26 o 27 de septiembre de 1940 en Portbou (España),.. Benjamín dejó en la habitación donde terminó su vida una nota que decía:

En una situación sin salida, no tengo otra elección que la de terminar. Es en un pequeño pueblo situado en los Pirineos, en el que nadie me conoce, donde mi vida va a acabarse. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno y que le explique la situación a la cual me he visto conducido. No dispongo tiempo suficiente para escribir todas las cartas que habría deseado escribir

Para su sorpresa, tal vez porque el recurso aún no se ha encontrado con la sentencia negativa, no ha sido difícil que a Josep K lo dejen salir por un día de la prisión de Figueres.

“En el año 1925 se cometió un error administrativo.” expresa K en la primera carta con un alegato dirigida a las autoridades de la prisión. “Han confundido mi caso con el de alguien homónimo. Una duplicación metabólica producida por el intercambio de protones dentro del acelerador de partículas. Por favor remitirse y vincular mi caso con el de Franz Bibenkopf” concluye.

Dispone de una tarde para recorrer Port Bou y regresar a Figueres. La oscuridad se cierne sobre la pequeña cala y el pueblo, fantasmagórico le recuerda una de las citas de Walter Benjamín:

L o que hace tan incomparable e irrecuperable la primera visión de una aldea o de una ciudad en medio del paisaje es el hecho de que, en ella, la lejanía y la proximidad vibran estrechísimamente unidas. La costumbre aún no ha culminado su labor. No bien empezamos a orientarnos, el paisaje desaparece de golpe como la fachada de una casa cuando entramos en ella. Aún no ha conseguido imponerse gracias a la exploración constante, convertida en costumbre. Una vez que empezamos a orientarnos en algún lugar, aquella imagen primera no podrá reproducirse nunca más”.

Aparentemente el tribunal aun existe, piensa Josep K mientras el viento arrecia en la cala. La ultima luz anuncia que tiene que atravesar el pueblo y volver a la estación. El mismo Tribunal lo está juzgando a él en este momento, en 2011, luego de 85 años. ¿Por qué liberaron a Biberkopf y me retienen a mí? Se pregunta mientras el tren sacude su anatomía frágil, su traje raído, en el trayecto de Portbou a Figueres. “Quizas”, piensa, Josep K, “siempre estamos hablando del mismo Tribunal”. El hilo parece encontrarse en una novela:

Der Prozess, como la tituló originalmente su autor basada en la edición de Max Brod del manuscrito de Kafka, quien nunca expresó la intención de publicarlo y lo dejó inconcluso.En el relato, Josef K. es arrestado una mañana por una razón que desconoce. Desde este momento, el protagonista se adentra en una pesadilla para defenderse de algo que nunca se sabe qué es y con argumentos aún menos concretos, tan solo para encontrar, una y otra vez, que las más altas instancias a las que pretende apelar no son sino las más humildes y limitadas, creándose así un clima de inaccesibilidad a la 'justicia' y a la 'ley'.



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